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Al timón de una multinacional con 1.300 empleados y enormes plantas fotovoltaicas en todo el mundo, Raúl Morales (Murcia, 1970) tiene especial ilusión en un proyecto ubicado en la Región de Murcia: la producción de hidrógeno verde, a partir de energías renovables, en el Valle de Escombreras. “Será una gran palanca para la innovación y para la transición energética”, resalta este ingeniero industrial por la UPCT, CEO de Soltec, que emplea a 180 ingenieros solamente en España. Más de un tercio de ellos, formados en la Politécnica de Cartagena, por lo que Morales recibió en la última graduación de la Escuela de Industriales el Premio Mateo Vodopich por su colaboración en la empleabilidad de los titulados.
¿Cómo llegó a fundar una empresa de energía solar?
Siempre he sido muy emprendedor y me han interesado la tecnología y los negocios, quizás porque mi padre tenía una tienda de electrodomésticos, y veía que era una lástima que en la Región de Murcia, con todo el Sol que tenemos, no se aprovechara este recurso. Empecé a investigar por mi cuenta y, con otros dos socios, creamos Soltec en 2004, como una startup, para hacer las primeras plantas fotovoltaicas con seguidores solares. Y la primera planta se construyó en 2005, en Molina de Segura.
¿Y cómo han logrado crecer tanto en un sector con tantos altibajos?
Hemos pasado por todo. Empezamos muy bien, con años muy buenos, hasta que en 2009 tuvimos que coger la maleta. Nos fuimos a Italia, después a Estados Unidos, regresamos a España, pero nos volvieron a cambiar l a legislación, nos fuimos entonces a Chile, ya con las primeras plantas competitivas sin subvenciones, y de ahí al resto del mundo y de nuevo a España, una vez que se ha recuperado el negocio. Todos estos años hemos tenido a nuestro equipo por el mundo, a pesar de que la industria solar en España fue de las primeras en desarrollarse.
¿Cuál es su receta para el éxito?
Lo más importante es que te guste tu trabajo. También depende de otros factores, como el momento, o la suerte, el capital, las sinergias…, pero con dedicación las cosas siempre salen mejor.
¿Cómo compite la tecnología murciana en el mundo?
Sin complejos. Eso lo aprendí de mi jefe en Industrias Peñalver, un inventor que vendía por todo el mundo y cuyas máquinas eran mejores que las de los americanos. En los dos años que estuve dirigiendo Soltec desde San Francisco también comprobé que nuestros ingenieros no tienen nada que envidiar a los de allí. Nuestro hándicap es el ecosistema.
¿Qué le llevó a ser ingeniero y por qué optó por la UPCT?
Desde pequeño me ha encantado la tecnología y siempre dije que quería ser ingeniero. Elegí estudiar en Cartagena porque justo había comenzado a impartir la Ingeniería Industrial superior.
¿Qué recuerda especialmente de sus años como estudiante?
Recuerdo con mucho cariño al catedrático Agustín Diéguez, que era el director de la residencia, donde nos daba clases de dibujo técnico por las noches. Gracias a él aprobé la asignatura a la primera, pese a no tener nociones previas porque no había hecho lo que hoy sería el Bachillerato Tecnológico.
¿Cómo fue su incorporación al mundo profesional?
Complicada. Acabé la ingeniería técnica en 1992, en plena crisis industrial en Cartagena, lo que me animó a seguir formándome. Empecé a trabajar en empleos muy precarios y durante unos años fui profesor de Tecnología en institutos. De ahí pasé a Industrias Peñalver, donde adquirí la práctica que no tenía y gracias a la que he conseguido llegar hasta aquí. Por eso son tan importantes los conocimientos empírica y el contacto con la empresa desde el principio de la formación universitaria.
Soltec emplea en España a unos 65 egresados de la UPCT y oferta habitualmente prácticas formativas. ¿Qué perfil de ingenieros buscan?
Necesitamos de todo, somos multidisciplinares. En una planta fotovoltaica hacen falta ingenieros civiles, para la cimentación, ingenieros mecánicos, eléctricos, electrónicos, de Telecomunicación… Durante estos años, la Politécnica de Cartagena ha sido la cantera de Soltec, como no podía ser de otra forma.